LA BATALLA DE VERDÚN SEGÚN EBERBACH (VII)

En el centenario de la batalla de Verdún, allá por 2016, nos hacíamos eco del reflejo metálico que labró Karl Goetz sobre una batalla tan trascental, como trágica, de la Gran Guerra. Hoy volveremos a ella porque ya entonces recordamos que no fue la única medalla conmemorativa que se realizó en Alemania con esta temática. Fue Walther Eberbach, pintor, escultor y medallista, quien desde una cruda sátira, quiso darle la vuelta a dicha efeméride de guerra.

Eberbach, al contrario que Goetz, ejecutó en hierro unas piezas que, si bien no podían admitir una derrota alemana, sí alertaban del daño ocasionado a los aliados. La historia ha dejado clara que la victoria francesa en Verdún sería un motivo de orgullo para los galos, pero no por ello ocultaría que la muerte de unos 300.000 hombres -mitad y mitad para cada contendiente- pasaría factura al imaginario colectivo de una guerra.

El artista oriundo de Besigheim, en el anverso de su metal describre un esqueleto que, nunca mejor visto como la misma muerte, bombea con su máquina un torbellino de sangre sobre los campos de Francia.


En poco menos de 7 centímetros, con una formas alineadas con el expresionismo metálico -estilizadas, escuetas y frías-, se muestra con toda la crudeza la funesta sátira germana, quienes consiguieron -pesa a la derrota- sangrar a su rival regando así el campo de batalla.

Hasta tal punto llegó la sorna alemana que en el reverso, inscrito en unas ramas sanguinolentas, Eberbach dejó una dedicatoria: "Al general Petain y a las naciones del mundo que lo auxiliaron, 1916". Petain, como es bien sabido, pasó a la historia de la guerra como el orgulloso "Vencedor de Verdún".

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